sábado, 5 de octubre de 2013

**PAUTAS EDUCATIVAS

Las pautas son los medios de que dispone la familia para, a través de la práctica educativa (estilos), lograr los fines de la educación familiar. La familia como núcleo primario donde el niño llega al mundo, donde va a establecer sus vínculos afectivos y va a despertar a cuanto le rodea, es el grupo social que va a tener más trascendencia para su desarrollo y equilibrio durante toda la vida. Por estos motivos la familia, además de garantizar los cuidados necesarios para la salud física, debe ofrecer unas pautas educativas que permitan adquirir una madurez psicológica, emocional y personal evitando impulsividades, egocentrismos (interés en sí mismo), facilitando la reflexión y valoración de las situaciones en las que se debe vivir, haciendo posible la comprensión del mundo, de los demás y de las normas sociales, así como del papel personal que se debe desempeñar. Para que las pautas educativas sean válidas, deben:

 • Ser la práctica de unos criterios educativos que los justifiquen.

 • Ser fundamentales. No deben someterse a modas ni estar caducas, ya que para garantizar la madurez del niño, deben ser permanentes y universales en nuestra cultura, no variando con el tiempo.

 • Ser aplicables a cualquier individuo. No importa la edad, sexo y situación familiar o social.

 • Tener como objetivo la estabilidad emocional de los individuos, la comprensión de la realidad y la adaptación de todos a unas situaciones en las que el individuo podrá adaptarse con seguridad. Es necesario que los niños dispongan de unas pautas o normas educativas que les van a servir como punto de partida y referencia para poder establecer sus propios juicios.

 Algunos ejemplos de pautas que la familia debe transmitir y que determinarán el comportamiento del individuo tanto en relación a sí mismo como en relación a las personas que le rodean pueden ser:

 • El respeto por las personas, el entorno en el que vive, los objetos…

 • El diálogo como elemento básico de relación.

 • La autonomía personal que haga posible la solución de determinadas situaciones.

 • Un hábito de reflexión que lleve a analizar, valorar y aceptar voluntariamente las normas reconocidas como positivas para todos, evitando ser rebelde negativo, para poder ir adquiriendo, paulatinamente, una objetividad signo de madurez.

 • El compartir con los demás sus cosas y su tiempo.

 • La comprensión del punto de vista del otro y de los procesos de la vida.

 • La participación para llevar al niño del egocentrismo (centrarse en sí mismo) al altruismo (pensar en los demás)

 • La responsabilidad tanto por lo que hace referencia a sus propias cosas, a sus obligaciones (en la casa, en el colegio, etc.), como hacia los demás, ya que asimilando la necesidad de dar una respuesta personal a las situaciones, no se estará siempre pendiente de que se le resuelvan los problemas.

 Hay dos comportamientos, que se suelen dar entre hermanos, que los padres deben tener en cuenta:

 • Los celos
 • Las agresiones

 Los celos
Hablar de celos es hacer referencia a una situación vivida por una persona, frecuentemente de corta edad, la cual reacciona negativamente ante un cambio provocado por la llegada de alguien, un hermano, vivido y sentido como un intruso. El niño reacciona negativamente a esta nueva situación de forma impulsiva y emocional, ya que teme perder el lugar que ocupa en el seno familiar, a la vez que teme perder el afecto de quienes le rodean o la forma como le quieren. Evidentemente el niño pasará un período de adaptación como cualquier persona ante un acontecimiento parecido, pero si las pautas educativas se mantienen, la adaptación está, en la mayoría de los casos, garantizada. Usted como padre debe evitar a toda costa la comparación entre sus hijos, así como procurar tratar a los niños en función de la edad que éstos tienen y no por su condición. En este sentido el niño, sea cual sea el lugar que ocupa en la familia, no se verá tratado ni con más exigencia ni con más privilegios, con lo que se facilita la adquisición de actitudes positivas hacia los hermanos ya que, todos a la misma edad, han tenido los mismos privilegios y las mismas obligaciones, pudiendo evitarse así los síntomas de: hijo único, del pequeño, del que está en medio, etc.

 Las agresiones y las peleas
 La agresividad infantil es, frecuentemente, la manifestación de un estado de tensión que lleva al niño a reaccionar ante las respuestas de los demás porque las siente como agresiones de las que hay que defenderse. Evidentemente en toda relación se producen momentos de tensión, ya sea en el juego, entre amigos, en el trabajo, etc., ya que la relación implica adaptarse mutuamente por lo que supone de comprensión, renuncia y diálogo. También son frecuentes las discusiones y peleas entre hermanos, pero lo que no debemos es justificarlo, sino procurar que vayan superando esos conflictos naturales utilizando las pautas educativas de la comprensión, del respeto, el diálogo, la reflexión, y el compartir. Las pautas educativas que se deben transmitir han de basarse en la tolerancia, el diálogo y la capacidad de respetar y comprender al otro y no sólo a uno mismo. Cuanto más equitativas sean las reacciones de ustedes como padres, dando a cada uno la razón que tiene en cada momento o situación, al margen de la edad, más fácilmente estimulará la capacidad de análisis objetivo, a la vez que facilitará la comprensión de las situaciones, favoreciendo con ello a todos, ya que se evitarán favoritismos, consentimientos absurdos en función de unas variables que no los justifican (edad, condición, etc.), potenciando con ello la madurez de todos. Estos dos comportamientos deben llevarse con tiento, con reflexión y de forma equitativa para así evitar las reacciones infantiles inadecuadas o no deseables y potenciar como normales las que deben ser. Transmisión vivencial Todas estas pautas educativas y estos criterios no debe recibirlos el niño como un aprendizaaprendizaje teórico. El único medio para recibir este aprendizaje y que verdaderamente tenga eficacia es, fundamentalmente, mediante la práctica: la transmisión vivencial como modelo a seguir.

 Esta transmisión vivida por el niño de sus padres se podrá lograr a lo largo de la infancia y adolescencia con:
 – El modelo parental.
 – La coordinación padre-madre.

 El modelo parental
 El modelo parental es aquel que ofrecen los progenitores a los hijos. Es realmente importante que el niño, desde su nacimiento, vea el comportamiento de los padres como reflejo de sus ideas y, por tanto, en consonancia con ellas. Este modelo es importante en las primeras edades ya que el niño, al no comprender aún todos los posibles argumentos, va captando lo que debe ser, cómo debe comportarse, viendo cómo son y se comportan sus padres. A medida que crece, al poder comprender ya los argumentos, podrá constatar la relación entre lo que sus padres le explican y lo que hace cotidianamente. De aquí la necesidad de que este modelo sea fiel a los criterios e ideas, ya que, de lo contrario, éstas perderán toda su credibilidad y validez, llegando a poder ser rechazadas y criticadas por los hijos si no son coincidentes con la actuación. A través del modelo parental se puede lograr más fácilmente la interiorización de los comportamientos y las pautas educativas.

Coordinación padre-madre
 La coordinación entre el padre y la madre es otro elemento fundamental para garantizar la transmisión de las pautas educativas que se tienen, a la vez que evita la desorientación de los pequeños. El niño, en cualquier momento, ante una situación dada debe recibir el mismo tipo de respuesta, sea cual sea el adulto que tiene delante. Así comprenderá que hay unos criterios que están por encima de las personas y que tienen una fuerza debida a su validez y no dependen de los posibles cambios de humor, tensiones u otras causas o circunstancias de los padres. Ante la educación de los hijos debe haber una planificación, un respeto a los criterios y a las pautas que se puedan establecer como los mejores para ellos y una coordinación entre ustedes como padre y madre para no desautorizarse entre sí. Es necesario que los padres no discutan entre sí, delante del hijo, por discrepancias en los criterios educativos, puesto que esto puede facilitar la desobediencia y la manipulación del niño/a. Las diferencias entre los padres deberán ser abordadas y resueltas en privado. El respeto hacia la decisión tomada por uno de los padres, por parte del otro, delante del hijo, deberá ser una norma básica de pauta educativa. Eso no significa que siempre se tenga que estar de acuerdo en todo, sino que las discrepancias se deben abordar fuera de la presencia del hijo. Cuando el niño sea mayor, esta regla podrá revisarse planteándose ya las posibles divergencias y que sea él quien pueda elegir

 Recuerde
 • Al proponer todas estas reglas pretendemos llegar a un único objetivo: la madurez, el equilibrio y la seguridad del niño.
 • Si la familia no ofrece unas pautas educativas, unos modelos y unos hábitos adecuados, el niño puede adquirir otros siguiendo modelos que encuentre fuera, ya sea en la sociedad amplia (medios de comunicación, barrio, etc.), grupo de iguales o en otros lugares.

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